Teresa, la Samaritana.

Reflexión del Evangelio según San Juan 4, 3-30

Por: TereMike (Miguel Angel Aguilar Arreola)

Pocos textos bíblicos hablan de un amor tan grande y tan sin límites como el texto de la samaritana. Para comprender la belleza del texto hemos de empezar por poner énfasis en el lugar donde se desarrolla la escena: el pozo de Jacob. La historia de ese pozo la encontramos en el capítulo 29 del Génesis, y es donde Jacob conoce a su esposa Raquel, por la cual llega a trabajar sin salario a pesar de la traición de la familia de esta, es el lugar donde, aunque no lo cuenta la Biblia, lloró Raquel por su incapacidad de alzar la voz ante su padre y exigirle poder estar con quien ella amaba, le gustara o no a su progenitor.

Aquí, se nos presenta en este texto otro tipo de mujer, esta es una mujer que ha salido sola a tomar agua del pozo sugiriendo el que no tenía buena reputación entre las mujeres de su pueblo, pues no teme hablar con extraños y además nos dice el texto ha tenido varias parejas sexuales.

Y es que esto era muy escandaloso, La mujer, en el Israel del tiempo de Jesús, era entendida como inferior al hombre, una eterna menor de edad que tenía que ser protegida o castigada, su lugar era la vida privada y doméstica. La Mujer era entendida no como persona sino como propiedad del Varón, el esposo podría repudiarla, el padre venderla o intercambiarla. La mujer en tiempos de Jesús no tenia derecho a heredar, su testimonio no servía en un tribunal, no podía ir a la escuela, no se le podía enseñar la Torá, no podía mezclarse con los hombres en la oración comunitaria y tenía prohibido el acceso a los lugares mas sagrados por el tabú de su cuerpo, su menstruación y su sexualidad.

Sin embargo, Jesús estaba rodeado de Mujeres, no temía acompañarse de ellas, confiaba en ellas y las hace parte de su movimiento (Lucas 8,2-3), condena el maltrato a las viudas y la hipocresía de un sistema que condenaba la sexualidad de la mujer pero dejaba impune los abusos del hombre. Se identifica con ellas y se hace llamar como una mas entre ellas (Lucas 15, 8 – 10; Mateo 23, 37). Es más la naturalidad con que Jesús le hablaba a las mujeres chocaba incluso a sus propios discípulos, como lo constatamos en este relato de la samaritana. Las Mujeres de Jesús no eran oyentes pasivas, fueron las primeras en proclamar la resurrección e incluso llegaron a ser lideres de comunidades.

Por otra parte, los samaritanos eran los despreciados por los judíos, pues veían en ellos a una población que tras la ocupación asiria se volvió mestiza en lo étnico y sincretista en lo religioso, por ello se les prohibió participar en la reconstrucción del Templo y se les vio como impuros, aquellos que no necesitan de la ortodoxia, de las leyes, de los profetas, del templo, pues se tienen ellos y el monte Garizín .

Esto nos da una imagen más completa de la Samaritana, una mujer que está atravesada por su género, su raza, su religión y sus practicas sexuales. Una mujer indecente a la cual Jesús llama para ser su discípula, aquella que anuncia la Buena Nueva sin reproches, desde su realidad y desde su vida en los limites de la sociedad. Una mujer a la cual se le reveló un Dios enamorado de ella, que la seduce, y que comprende que se le adora en lo cotidiano, lo personal, desde el amor y la compasión. Un Dios que es para todos, no solo para los “limpios” del templo, y es desde esa pasión que ella “da voces”. Fotina, como es conocida esta mujer en la tradición oriental, es la esposa favorita, es decir, en ella Dios nos muestra que sus favoritos, sus amantes, son los que viven en el límite.

No me extraña que el ejemplo de esta mujer encontrara eco en otra mujer indecente, Teresa de Jesús, quien entendió al igual que la mujer del pozo, como Dios está en lo cotidiano, ¡Caro costaría si no pudiésemos buscar a Dios sino cuando estuviésemos muertos al mundo! No lo estaba la Magdalena, ni la Samaritana, ni la Cananea cuando le hallaron” (Vejamen 6). Así mismo, la Santa de Ávila le sorprende como su voz es escuchada en esa Samaria del S.I : “Acuérdome ahora lo que muchas veces he pensado de aquella santa Samaritana […] cuán bien había comprendido en su corazón las palabras del Señor, pues deja al mismo Señor por que ganen y se aprovechen los de su pueblo […] Dichosos a los que el Señor hace estas mercedes; bien obligados están a servirle. Iba esta santa mujer con aquella borrachez divina dando gritos por las calles. Lo que me espanta a mí es ver cómo la creyeron, una mujer; y no debía ser de mucha suerte, pues iba por agua.” (MCC 7,6) y hace resonancia en ella, en como su voz tiene que darse a notar en esa España del s. XVI, “Que tampoco no hemos de quedar las mujeres tan fuera de gozar las riquezas del Señor; de disputarlas y enseñarlas … ” (MCC I, 9); “Querría dar voces y disputar con ser la que soy“ (CE 37,2) y ella no sabría pero también su ejemplo, como el de la samaritana a ella, ayudaría a que otras mujeres y personas de los márgenes hoy en día alcemos la voz, a pesar de los roles impuestos, de lo que se nos dice en el Templo, “…importa mucho […] una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá́, siquiera me muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decir: «hay peligros», «fulana por aquí́ se perdió́», «el otro se engañó́», «el otro que rezaba cayó», «dañan la virtud», «no es para mujeres, que les vienen ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el paternóster y avemaría »” (CE 35,2).

Fotina y Teresa son dos espíritus hermanas que se hermanan con muchas mas hoy en día, su ejemplo nos hace no tener miedo de proclamar la Buena Nueva, desde nuestras realidades, desde nosotras, desde las que vivimos en los limites de las sexualidades no heteronormativas, blancas, capitalistas; desde las que nos vivimos en los limites de nuestro género, no haciendo caso a lo que se ha escrito como nuestro deber ser; de las que nos vivimos a los márgenes de las instituciones y la ortodoxia. Es una invitación a ser amantes de Dios, a formar comunidades donde podamos reflexionar, proclamar y celebrar la vida espiritual desde nuestras realidades y modos de ser mujeres y disidentes.

Diapositiva1

Un comentario sobre “Teresa, la Samaritana.

Agrega el tuyo

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Esta web funciona gracias a WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: