El que se enaltece será humillado

Por: Cesar Atayde.

“No dejen que los llamen Maestros, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos… No se dejen llamar Guías, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Estas son las palabras que hemos escuchado el día de hoy en la voz de Mateo (23, 1-12).

En días recientes terminó una etapa del sínodo, ese proceso del que les hablaba hace un mes en este mismo sitio y que ha tenido como objetivo el observar de la iglesia, nosotros iglesia, buscando una unión real, efectiva y en comunión; y grata sorpresa ha sido el observar la participación de todos en mesas sin cabecera, en espacios en los que la intención fue la de permitir que un solo Maestro y solo uno, fuera quien dirigiera el movimiento, la razón y el discernimiento de los allí presentes.

¿Cuál sería la intención de compartir una mesa en la que todos pudiéramos estar en un mismo nivel, en esta intención circular de horizontalidad?

El observar que ante, todo, todos, todas, todes, somos hermanos, y nuestras visiones, necesidades y compartir de nuestra historia, tienen la misma validez en un espacio en el que la cabecera naturalmente es ocupada por Dios.

Sin fardos pesados, sin mantos ensanchados, sin ocupar los primeros lugares o los de mayor relevancia en los espacios.

Ante esto, Señor: Te pedimos que sea la HERMANDAD la que dirija nuestras acciones, que nuestra necesidad de hacer escuchar tu palabra nos permita como ocurrió con Ananías al recibir y curar a Pablo, abrazar a quien nos persigue haciéndolo nuestro hermano y seguidor tuyo.

Que sea desde la LIBERTAD de ser quienes somos, que nos brindes Señor la facilidad de ser testimonios vivos de tu acción en nuestros corazones.

Que todos los espacios en los que convivimos, sean una oportunidad de generar lazos de AMISTAD y desde el crecimiento de esta familia podamos acoger cada vez a más y más hermanes nuestres.

Que la DESESPERANZA no llegue a nuestros corazones, y que ante los discursos de odio sea más fuerte la acción amorosa y ESPERANZADORA.

Que nuestro HUMOR como personas diversas, sea catalizador de este fuego en nuestros corazones que no cesa y que cada vez crece más y se expande.

Que podamos ser espacio de CONSUELO no solo para nuestres hermanes en la diversidad, sino para todos y cada uno de los hijos tuyos y hermanos nuestros. Permítenos ocupar el último lugar y servir a quienes se encuentran alrededor nuestro.

Que podamos seguir conviviendo y aprendiendo unos de otros, siendo la GRATITUD la que va por delante ante la creación de nuevas redes y desde allí el crecimiento de esta tu familia y cuerpo de Cristo.

Y que sea el Espíritu Santo el que siga soplando en nosotros, nosotras, nosotres aligerando los fardos llenos de vergüenza y llenando nuestros corazones de amor para todos, todas y todes.

Y que así sea.

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